10 CONSEJOS PRÁCTICOS PARA AYUDAR A TU PAREJA CUANDO PASA POR UN MAL MOMENTO
Hay algo que pasa muy a menudo y que casi nadie nos enseña: cómo acompañar a alguien que queremos cuando está pasándolo mal. No te hablo de grandes gestos ni de soluciones mágicas. Te hablo de estar ahí sin hacer más daño. De no desaparecer justo cuando el otro se está cayendo.
Porque cuando una amiga llora, le haces un té. Pero cuando tu pareja se encierra o se apaga, muchas veces lo vives como un ataque personal. Te bloqueas, te frustras o te enfadas sin querer. Y lo entiendo. A mí también me ha pasado.
Por eso escribí esta entrada: para darte diez claves prácticas —y muy humanas— que puedes aplicar si la persona con la que compartes la vida está atravesando un mal momento. No valen para todo el mundo, ni sustituyen la terapia profesional, pero pueden ser un punto de partida.
NO SE TRATA DE TI (AUNQUE TE DUELA).
No te pongas en el centro del escenario. No es tu momento. Ya tendrás tiempo de hablar de lo que esto te remueve a ti. Ahora toca escuchar. Y no es fácil, lo sé. Pero justo eso es la empatía: no robarle el foco al otro. Practica frases como “entiendo que estés así” o “no me imagino lo duro que debe de ser”. A veces un silencio, un abrazo o un “aquí estoy” valen más que mil consejos. De hecho te diría que evitaras dar consejos en ese momento. Basta con ser soporte, nada más.
ESCUCHA ACTIVA: NO PARA RESPONDER SINO PARA ENTENDER.
No prepares tu réplica mental mientras el otro habla. No pongas ejemplos de “a mí me pasó algo parecido”. Solo escucha. En serio. Y si puedes, parafrasea: “lo que me estás diciendo es que…”. Eso ayuda más de lo que parece. Valida lo que la otra persona te está diciendo, aunque tú no lo veas o lo sientas igual. Muéstrale que eres capaz de verla, de verle, de ver su sufrimiento.
DEJA QUE SE EXPRESE COMO NECESITE.
Llorar. Estar callada. Gritar. No ducharse. Salir a correr. Comer chocolate. Cada persona tiene su forma particular de atravesar el dolor. No intentes corregir la suya. Solo asegúrate de que no se haga daño ni se quede solo en lo que duele. Y si podéis hacer algo juntos que no tenga nada que ver con el drama —como ver una serie tonta o ir a hacer fotos—, mejor que mejor. Pero sobre todo, no le digas cómo lo tiene que gestionar. Permite que encuentre su camino.
CONTÉN TUS IMPULSOS (INCLUIDO EL DE LARGARTE O DECIR “ESPABILA”).
A veces, cuando el otro se cae, te entran ganas de empujarle un poco más solo para sacudir la situación. Pero créeme: no ayuda. Si te ves a punto de soltar un “es que no haces nada por mejorar”, traga saliva. Respira. Y si necesitas desahogarte tú, hazlo con alguien que no sea tu pareja. Ahora toca sostener.
REFUERZA LOS AVANCES, LO ÚTIL. NO HACE FALTA QUE SEA PERFECTO.
Cada pequeño avance cuenta. Si hoy se ha levantado de la cama, si ha salido a pasear, si ha dicho “no estoy bien” en vez de esconderse… díselo. No como quien aplaude una gesta heroica, sino como quien ve al otro con cariño. Y si hay retrocesos, no los señales. No pongas el foco ahí. Eso ya lo hace su mente constantemente.
NORMALIZAR SIN MINIMIZAR.
Cada pequeño avance cuenta. Si hoy se ha levantado de la cama, si ha salido a pasear, si ha dicho “no estoy bien” en vez de esconderse… díselo. No como quien aplaude una gesta heroica, sino como quien ve al otro con cariño. Y si hay retrocesos, no los señales. No pongas el foco ahí. Eso ya lo hace su mente constantemente.
OFRÉCELE PERSPECTIVA SIN MORALINA.
Ahora tu pareja está dentro del pozo. Y desde ahí se ve todo negro. No intentes pintar arcoíris, pero sí puedes recordarle otras veces en las que salió de situaciones difíciles. Hablar de valores, de momentos compartidos, de lo que todavía importa, puede ayudarle a agarrarse a algo.
NO BUSQUES CULPABLES.
No es culpa tuya. No es culpa suya. Es lo que hay. Y duele, sí. Pero buscar culpables solo añade ruido a lo que ya es bastante complejo. Mejor preguntarse: ¿qué puedo hacer ahora con esto? ¿Cómo puedo ayudar?
ANIMAR A BUSCAR AYUDA PROFESIONAL.
Tú no eres terapeuta. Ni deberías intentar serlo. Y aunque lo seas, lo serás para otras personas, pero no para tu pareja porque no serviría de nada y añadiría más frustración al proceso. Si esto se alarga, si ves que la cosa va a más o que te desborda, no lo dudes: hay que pedir ayuda. Acompañar no es salvar.
Para finalizar simplemente te daré un último consejo (y este es sólo para ti, el nº 10): CUIDA TU BIENESTAR. Sostener a alguien durante mucho tiempo puede quemarte. Te lo digo desde la experiencia. Si sientes que te estás apagando tú también, si llevas meses sosteniendo algo que no se mueve, si ya no sabes si vives con tu pareja o con su dolor… es momento de hacer balance. Y, si hace falta, de tomar distancia.
A veces lo más compasivo que puedes hacer por alguien es apartarte a tiempo. Aunque le quieras. Aunque duela.
Porque tú también importas.
UN APUNTE FINAL (DE ESOS QUE REMUEVEN)
No todo el mundo sabe sostener. No todo el mundo puede. Y a veces, justo cuando más necesitas a alguien, desaparece. Y déjame que te diga que en realidad no es por maldad. A veces es simple y llanamente miedo. A veces es pura incapacidad emocional.
De eso hablo en esta otra entrada: Cuando más te necesito desapareces: miniguía para gestionar la deslealtad. Por si también te resuena.
Escribo mucho sobre relaciones, sobre lo difícil que es a veces quererse bien.
Porque, aunque nos creemos muy modernas, seguimos tropezando con las mismas piedras de siempre.
Si te interesa el tema, por aquí te dejo más artículos sobre relaciones de pareja y terapia sexual.
Son temas que trato con frecuencia en el blog porque, bueno, nos tocan a todas y a todos. De cerca. De verdad.
Y SI ESTO QUE HAS LEÍDO TE HA HECHO PENSAR
O RESPIRAR UN POCO MÁS HONDO…
QUIZÁ QUIERAS APUNTARTE A MI NEWSLETTER
Puede que además de leer aquí también quieras recibir mis cartas.
Son correos sin prisa, escritos desde la vida real. Con ideas, herramientas y preguntas que no siempre caben en redes, pero que merecen su espacio.
Como una conversación tranquila. Como una nota que te llega justo cuando la necesitas.