Por qué las cebras no tienen úlcera?

Eduard Punset

❝Nuestro cerebro necesita (y se encarga de) que nuestra concepción del mundo nos parezca fiable para que nos sintamos seguros, sino el estrés acabaría con nosotros. El abandono y la humillación es lo que más estrés nos provoca.❞⁠

A medida que voy entrando en contacto con más gente que me cuenta cómo son sus vidas, sus retos, las cosas que han ido experimentado a lo largo de su trayectoria vital, más segura estoy de que el origen de muchos de nuestros desequilibrios tienen que ver con el apego, con cómo lo aprendemos desde niños y con los apegos que somos capaces de establecer y mantener ya como adultos.⁠

EE MÁS SOBRE EL APEGO AQUÍ Y AQUÍ]

Sin la seguridad que aporta ser aceptado por el grupo, querido, valorado, validado, respetado, el estrés camparía tan ancho por sus dominios y si bien es cierto que existen muchas cosas que nosotros a título individual podemos hacer para manejarlo, gran parte de los apoyos que recibiremos están fuera, en los otros.⁠
⁠Imagina que tienes un bonito jardín y que todos sus árboles y plantas son responsabilidad tuya. Así es cómo debemos ver a los seres y cosas que amamos y cuidarlos para que a su vez ellos nos devuelvan esa seguridad y predecibilidad tan necesaria en tiempos de cambio e incertidumbre.⁠

En esta entrada del blog vamos a hablar del estrés, esa respuesta que evolutivamente nos supuso muchas ventajas en el pasado pero que en la actualidad descontextualizamos con mucha más frecuencia de la que desearíamos.

 

¿ Y cómo es que he decidido titular este post “por qué las cebras no tienen úlcera”?⁠

En realidad este es el nombre de un libro muy entretenido y divertido que te recomiendo escrito por ROBERT M. SAPOLSKY.⁠
⁠En él, este profesor de ciencias biológicas y de neurología de la Universidad de Stanford, nos habla del estrés y de cómo lo gestionamos.⁠
Parte del supuesto de que si fueras una cebra que vive en la sabana y un león viniera a por ti con la misma cara que se me pone cuando paso por la puerta de un McDonalds un viernes a las diez de la nohe, pueden ocurrirte dos cosas:⁠

① Sales corriendo y te salvas con lo que se te quita el estrés.⁠
② Eres cazado y devorado con lo que también, se te quita el estrés 😅

Esto, que es una auténtica cuestión de vida o muerte, a una cebra le ocurre una vez cada tres meses como mucho; sin embargo los seres humanos somos somos los únicos mamíferos que sufrimos úlcera de estómago porque podemos caer en este mismo estado de activación doscientas veces al día y mantenerla 24/7 los 365 benditos días del año.⁠
Por supuesto que estamos rodeados de cosas nuevas, impredecibles, impactantes, desconocidas, etc. También es cierto que vivimos un momento en el que todo va muy deprisa y muchas veces nos cuesta adaptarnos. Hay miles de cosas desbordantes que tenemos que empezar a manejar de una manera más racional, incluso cosas buenas como conseguir un ascenso, tener un hijo o comenzar una relación sentimental. Se supone que todo esto es bueno, pero sin embargo en muchas ocasiones nos aterra, nos sobrepasa y termina por explotarnos en las manos.⁠ Mucho de esto tiene que ver con nuestra capacidad de manejar símbolos y de imaginar cosas que no existen para conferirles después una entidad supuestamente real. Nuestro león es aquello mismo que en su día nos ayudó a situarnos en la cúspide del ecosistema que habitamos.

Cuando hablamos de un exceso de estrés, no es que no tengamos recursos para afrontarlo, es que nadamos en un torrente excesivo de estímulos que debemos empezar a filtrar. ¿Y cómo se hace eso?: priorizando, seleccionando lo importante de lo que no lo es, atendiendo cada cosa en su momento, en el aquí y ahora, siendo plenamente consciente y estando presente en lo que haces, no en lo que no hiciste o en lo que tendrás que hacer.⁠ Intentando no anticiparnos ni haciendo pasar por reales cosas que simplemente imaginamos. Tal vez debamos empezar a pensar en dejar de correr delante del león y pasar a pensar en la vida de una manera totalmente diferente; se trataría de vivir más en el presente, aquí y ahora. Algo que parece muy fácil pero que en realidad no lo es tanto, o mejor dicho, nosotros mismos somos especialistas en hacer que sea difícil. El hecho es que es en este punto del continuo espacio-tiempo, en el aquí-ahora, por dónde tenemos que empezar a construir una vida alejada del estrés, de ese sentimiento de sobreactivación que nos hace sentirnos constantemente sobrepasados por la vida.⁠

Hay una cosa que tiene que quedar clara: tenemos que tener estrés porque éste forma parte de nuestra biología. Es un mecanismo evolutivo de adaptación al peligro, algo que nos ayuda a sobrevivir, a escapar, huir o enfrentarnos a los estímulos amenazantes y durante miles de años lo hemos necesitado para sobrevivir en un ambiente que era muy hostil. Por eso, medio en serio medio en broma, los psicólogos solemos decir que sólo los psicópatas no sufren estrés, el resto de personas lo sentimos en algún momento de nuestra vida de forma totalmente natural e imposible de evitar, por lo que el problema no es el estrés en sí mismo sino la cantidad y variedad de cosas que hemos comenzado a percibir como peligrosas o amenazantes, los estímulos a los que reaccionamos estresándonos.⁠
Podríamos decir que lo ideal no es no sentir estrés, sino sentirlo únicamente ante los estímulos adecuados.⁠
Me gustaría insistir en que el estrés es un aviso, una señal que nos invita a la acción y esto es bueno, y que las complicaciones aparecen cuando esta activación es más intensa de lo normal y constante en el tiempo, cuando una tensión no justificada se mantiene de manera indefinida.

 
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¿Qué estrategias podemos poner en marcha para manejar mejor las situaciones que nos generan estrés?

① Cada persona es un mundo, todos nos estresamos "a nuestra manera". Lo primero es descubrir cómo se manifiesta tu estrés, aprender a reconocerlo.
② Acepta las cosas que no están de tu mano solucionar o cambiar y no asumas responsabilidades que no te correspondan.⁠
③ Aplica tu filtro de prioridades ocupándote primero de las cosas importantes y delegando en otros las que no lo son tanto.
④ Huye del perfeccionismo como si fuera una mofeta enfurecida.
⑤ Planifica con tiempo tus tareas, pero también tu tiempo de ocio. No te olvides de hacer lo que te gusta o simplemente NADA durante al menos un par de horas al día.
⑥ Trabaja tu asertividad: saber decir no y mantener una comunicación fluida con los demás evitará que eches más leña al fuego con frustraciones adicionales.
⑦ La santisima trinidad de la salud mental: duerme, come bien, haz ejercicio.
⑧ No te aisles: el estrés es un secuestrador nato. Haz el esfuerzo por relacionarte con amigos y familia al menos una vez por semana. Dedícales uno de tus días al completo.
⑨ Reconecta con tus aficiones, las cosas con las que disfrutas y con las que realmente FLUYES.
⑩ La música, la risa, el yoga, la meditación... cualquier actividad relajante o de corte creativo te ayudará a liberarte de tensiones y lo más importante: a conectar contigo misma.

 

En la próxima entrada vamos a cerrar todo este tema del estrés hablando de lo importante que es diferenciar entre el estrés y el distrés. ¿Tú ya sabes por qué son términos diferentes y cómo nos afectan?

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