Hay preguntas que duelen por dentro. No por lo que implican, sino por el miedo que despiertan. Y una de las más comunes que escucho en consulta es esta: ¿Estoy enferma si estoy deprimida?

La respuesta es un no rotundo. No estás enferma. Estás atravesando un momento complejo. Estás cansada de esforzarte, de fingir normalidad, de levantarte con el ánimo por los suelos. Pero eso no te convierte en una persona averiada. Ni loca. Ni menos válida. Lo que te pasa, a veces, tiene más que ver con el contexto que con tu historia. Y eso también es importante decirlo.

Vivimos en una sociedad que ha patologizado el malestar. Que ha convertido en síntoma cualquier cosa que no sea ser eficiente, ligera y sonriente. Que te pide productividad incluso cuando estás al borde del colapso. Y que te castiga si dices que no puedes más. Pero lo humano no es eso: Lo humano también es fluctuar, caer y levantarse.

 

NO TODO LO QUE NOS HACE SUFRIR ES UNA ENFERMEDAD, NI SIQUIERA UN TRASTORNO MENTAL

La tristeza, el desgana, la desesperanza... no siempre son signos de un fallo interno. Muchas veces son respuestas lógicas a contextos insostenibles. A una vida que no da tregua. A una historia de exigencia. A un exceso de carga invisible. A una cultura que te promete felicidad a cambio de tu rendimiento. Y claro que duele. Claro que pesa.

Pero ese peso no significa que haya algo mal en ti. Significa que tu cuerpo y tu mente se están intentando adaptar a lo que pasa como pueden. Significa que se han agotado, que necesitan una pausa. Un plan. Un sentido. Y, sobre todo, necesitan que alguien mire contigo lo que está pasando, sin juzgar.

 

DESDE LA PSICOLOGÍA CONTEXTUAL NO HABLAMOS DE ENFERMEDADES, HABLAMOS DE PERSONAS EN CONTEXTOS DOLOROSOS.

La terapia de aceptación y compromiso (ACT) y la activación conductual no parten de la idea de enfermedad, sino de la necesidad de acompañar procesos de vida donde algo se ha roto por fuera o por dentro. Donde el desánimo no es un diagnóstico, sino una señal. Una llamada de atención. Un aviso del cuerpo que pide cambio.

Desde este enfoque, no buscamos eliminar el dolor, sino aprender a vivir mejor con él. A reconectar con lo que te importa. A recuperar pequeños movimientos que te devuelvan vitalidad, incluso en los días grises. Porque vivir no es estar siempre bien. Es avanzar, incluso cuando cuesta.

Piensa en una planta que dejaste olvidada en la terraza. No está muerta, pero está lacia, sin brillo, doblada. No le pasa nada malo en sí misma. Lo que ocurre es que ha dejado de recibir lo que necesita: luz, agua, espacio. A veces la depresión funciona así. Como una sequía de todo lo que un día te dio ganas. Lo que toca no es culpabilizar a la planta. Es ver cómo empezar a cuidarla otra vez.

 

ACTIVARSE SIN VIOLENCIA: UN PASO PEQUEÑO, UNA DIRECCIÓN CLARA.

No se trata de obligarte a hacer mil cosas. Ni de fingir entusiasmo. La activación conductual parte de una idea distinta: hacer, sí, pero con sentido. Con cuidado. Con dirección. Consciente de que el cuerpo está cansado y que las ganas no llegan solas. A veces hay que empezar incluso sin ganas. Como quien mueve apenas un pie bajo la manta. Como quien abre la ventana solo un dedo. Y, poco a poco, ese gesto mínimo abre paso al siguiente.

Hay muchas formas de empezar a activarte, pero ninguna es mágica ni inmediata. Algunas cosas que ayudan:

  • Mantener una pequeña rutina de estudio o trabajo.

  • Levantarte y acostarte siempre a la misma hora.

  • Reservar un rato de ocio al día, aunque no te apetezca.

  • Practicar movimiento físico sin exigencia.

  • Volver a formarte en algo que te atraiga.

  • Socializar al menos una vez a la semana.

No se trata de hacerlo todo. Se trata de elegir una. Empezar por una. Y sostenerla el tiempo suficiente como para que algo cambie dentro.

 
activarme.png
 

SI NECESITAS APOYO PARA DAR EL PRIMER PASO


Puedes pedir cita para empezar a trabajar en consulta esta sensación de desánimo que no se va. Y si prefieres empezar a tu ritmo, también está disponible mi curso “Vas a estar bien”, donde trabajamos de forma práctica la autorregulación emocional, los pensamientos que duelen y la reconexión con lo que te importa.
Puedes hacer el curso desde casa, sin horarios y sin que nadie te observe. Pero con acompañamiento.

No hace falta que lo tengas todo claro. Basta con que no quieras seguir igual.

Siguiente
Siguiente

DEPRESIÓN DE ALTA FUNCIONALIDAD: CUANDO LO DAS TODO HACIA FUERA PERO TODO SE CAE POR DENTRO